
Creo que todos podemos sentir la importancia de una presencia de calidad de parte del padre en nuestra vida, o de la figura masculina que lo sustituyó o que se formó de distintos modelos. La forma en cómo recibimos y percibimos su existencia puede determinar en gran medida nuestra manera de existir en la vida, de relacionarnos con el amor propio, con los demás y con la vida misma.
Arquetípicamente, entre muchas otras cosas, la figura del padre está íntimamente relacionada con la confianza/desconfianza ante nuestras propias capacidades y con la figura de poder/autoridad. En términos simples, el padre aporta la seguridad mediante la cual el hijo será capaz de afrontar la vida.
No sólo existen tus padres de forma física, sino también tu padre interno, tu madre interna y tu niño interior; y desde ahí es de donde puedes tomar las riendas de tu vida, reconociéndolos primero en dónde se encuentran y cómo están comportándose dentro y fuera de ti.
Sanar nuestras figuras de autoridad (papá y mamá) no es un proceso que deba tomarse a la ligera; es algo que requiere de determinación, paciencia y una gran dosis de aceptación y perdón.
No se trata solamente de “hacer las paces” con ellos, sino de ser conscientes de todas las implicaciones que afectan a nuestras vidas el no trabajar en este proceso terapéutico.
Mucho menos se trata de “entender que ellos hicieron lo que pudieron” y quedarnos solamente con una razonamiento absurdo y estéril que no nos llevará a ningún lado.
Tomando en cuenta todo lo anterior, trabajar en la sanación de nuestros padres interiores, implica adentrarnos en diferentes disciplinas que nos ayudarán a entender todos los nexos conscientes e inconscientes que nos unen a ellos y cómo afectan en nuestras vidas.
¿Por qué son tan importantes estas figuras en nuestra existencia? ¿Qué sucede en los primeros 6 años de vida? ¿Por qué todos los estudiosos afirman que esta etapa del ser humano es crucial?
Hay muchas razones, para afirmarlo. Hoy quiero compartirte una, la cual tiene que ver con el amor que recibimos de nuestros padres.
Todo bebé requiere de amor para poder vivir. Permíteme clasificar el amor que todo bebé necesita en dos tipos: Amor Incondicional y Amor Condicionado.
El amor incondicional son todas las manifestaciones físicas, verbales y conductuales que los niños reciben de sus padres y que les hacen sentir únicos, aceptados, pertenecientes y amados sin importar lo que suceda. El bebé se siente protegido, atendido, abrazado y amado. El amor incondicional consiste en las palabras de afecto y cariño, en caricias y abrazos, en recibir tiempo de los padres para jugar, en ser atendido pronta y amorosamente en sus necesidades.
Es importante señalar que el amor incondicional alimenta y edifica la autoestima del ser humano. A mayores expresiones y afirmaciones positivas, el niño alimentará su autoconcepto y autoestima.
Todo pareciera indicar que, para tener una sana autoestima, hay que darle muchísimo amor incondicional a un niño. Sin embargo, este amor se complementa y se equilibra con el amor condicionado.
El amor condicionado incluye todas las normas, reglas, disposiciones y hasta prohibiciones que regulan la conducta del niño. A medida que va creciendo, el niño debe recibir estas normas de conducta, ya que son las que forjarán su carácter y lo van a preparar para más tarde enfrentarse a la vida. El niño debe de aprender que hay cosas que sí se pueden hacer, hay otras que se pueden hacer siempre y cuando se cumplan con ciertas condiciones, y hay otras más que no son negociables y simplemente no se pueden hacer.
El amor condicionado es como las lecciones de manejo de vehículo de un padre hacia el adolescente en una autopista: el padre le está recordando constantemente que ponga atención a los avisos, siga su carril, etc. El hijo adolescente tal vez se canse de tantos letreros y quizá se fastidie de que no se puede detener en cualquier lugar de la autopista y no se puede regresar en donde sea. La autopista tiene lugares perfectamente señalados para descanso, para retorno, para salidas, entradas, etc.
Así como las lecciones del padre, los avisos y sistemas de protección de la autopista son indispensables para un viaje seguro, así el amor condicionado es necesario para templar el sentido de seguridad del hijo. Todo ser humano requiere de estabilidad y seguridad, y esto lo proporcionan las reglas ya que, al tener un carácter sólido, el ser humano se enfrenta a la vida con templanza.
Sin embargo, para que este amor condicionado pueda dar frutos y ayudar verdaderamente al niño, debe estar complementado y equilibrado por el amor incondicional.
Date cuenta entonces de esto:
- Mucho amor incondicional y poco amor condicionado (muchos mimos y pocas reglas), crearán a un ser humano inútil e incapaz para enfrentarse a la vida, incapaz de tolerar la frustración e incapaz de tomar decisiones y resolver problemas.
- Mucho amor condicionado y poco amor incondicional (muchas reglas y pocas afirmaciones y expresiones de afecto), crearán a un ser humano con baja autoestima, que no se cree valioso y sólo sentirá que vale por lo que sabe, por lo que hace o por lo que logra, pudiendo caer en el perfeccionismo.
¿Y qué tiene qué ver todo lo anterior con la sanación de la figura paterna y materna? Pues, ¡lo tiene que ver todo! No se trata solamente de cómo fuimos educados por nuestros padres, sino que ellos siguen interactuando en nuestro inconsciente con nuestro niño interior.
- Desde el punto de vista sistémico, la figura paterna representa el hacer; y el hacer está directamente relacionado con el amor condicionado, con las reglas. Así como haya sido nuestra relación con nuestro padre, como haya sido nuestra formación por las reglas y hasta la mano dura (y también brazo fuerte que es capaz de “todo”) que haya tenido nuestro padre, estaremos capacitados para enfrentar la vida y, por consecuencia, para hacer. Si sentimos que no somos capaces de hacer nada, o bien, que “hacemos y hacemos” y nada más no avanzamos en la vida, o bien, si sentimos que tenemos demasiados conflictos en nuestro trabajo, en nuestro negocio, o bien problemas con la figura de autoridad… necesitamos sanar esa relación con nuestro padre interno.
- Desde el punto de vista sistémico, la figura materna representa el tener; y el tener está directamente relacionado con el amor incondicional, con el cariño, amor, protección y hasta la “alcahuetería” de mamá. Mamá representa y simboliza la vida, representa y simboliza también el dar; la mamá da y se da a sí misma. La vida es creación. El Amor Divino es creación. El amor incondicional de la madre es lo más cercano o parecido al Amor Divino. Entonces, el amor incondicional siempre crea, siempre es donación. Pero para que este amor sea fructífero, debe haber alguien dispuesto y preparado para recibirlo. Si yo estoy enemistado o resentido con mamá, estoy indispuesto para tomar ese amor y toda la creación y todos los frutos que esto conlleva. En otras palabras, me cierro a la vida, me cierro a la creación, me cierro a la abundancia, me cierro al tener… Necesitamos entonces sanar nuestra relación con mamá.
En conclusión, ¿quieres tener éxito en la vida, en todas las áreas de tu vida? Necesitas sanar tu relación con tus padres. No existe otra forma…
¿Quieres que tus hijos tengan éxito en la vida? Necesitas hacer consciencia de la gravísima responsabilidad que tienes sobre su formación; y la mejor forma de ayudarlos es ayudarte a ti mismo, sanando a través de un proceso terapéutico las heridas que vienes arrastrando de tu propia infancia.
Cuando no sé qué hacer, cuando no tengo la voz de una figura paterna fuera de mí que me “reafirme mi valor”, me pregunto: ¿Qué haría un hombre que me ama incondicionalmente? ¿Qué me aconsejaría el padre más amoroso de este planeta? ¿Qué querría para su hijo más amado?
Dicen que los límites también son una gran prueba de amor, tal vez porque cuesta mucho trabajo establecerlos y cumplirlos. Muchas veces amarse a uno mismo requiere ponernos límites, y los límites cuestan trabajo, esfuerzo y dedicación.
Debemos aprender a acompañarnos como nos hubiera gustado que nuestro padre lo hiciera. Definitivamente agradeciendo lo que hubo, lo que no hubo y lo que hay a partir de ello. Ahora es nuestra labor alimentar esa parte dentro de nosotros. Desarrollar y seguir alimentando ese amor para seguir solidificando nuestra autonomía y nuestra independencia.
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@PepeChuyLagos