
El enojo puede causar una serie de cambios en tu fisonomía, es decir, en la apariencia física de tu rostro y cuerpo.
Aquí hay algunas formas en que el enojo puede cambiar tu fisonomía:
- Expresión facial tensa. Cuando estás enojado, es común que los músculos de tu rostro se tensen. Puedes fruncir el ceño, apretar los labios y contraer la mandíbula, lo que puede hacer que tu rostro parezca más rígido y recordemos que un gesto que se hace continuamente causa una arruga. Esta arruga termina siendo una constante en nuestra cara.
- Enrojecimiento: El enojo puede aumentar tu presión arterial y hacer que tu rostro se enrojezca. Esto se debe a que el flujo sanguíneo aumenta como parte de la respuesta al estrés.
- Mirada intensa: El enojo puede cambiar la expresión de tus ojos. Puedes mirar fijamente, entrecerrar los ojos o tener una mirada penetrante, lo que puede hacer que tu rostro parezca amenazador o desafiante.
- Respiración agitada: Cuando estás enojado, es posible que respires más rápido y superficialmente. Esto puede hacer que tu pecho se levante y tu respiración sea poco nutritiva, lo que termina afectando los rasgos de tu rostro.
- Postura corporal: El enojo puede cambiar tu postura corporal. Puedes adoptar una postura más rígida y tensa, con los hombros hacia atrás y el mentón levantado, lo que puede hacer que tu cuerpo parezca más dominante o confrontativo.
En resumen, el enojo puede tener un impacto significativo en tu fisonomía, desde cambios en la expresión facial hasta enrojecimiento y postura corporal. Estos cambios son una manifestación externa de la intensa emoción que estás experimentando en ese momento.